Luché miles de batallas, a veces una tras otra sin cesar, otras por largos periodos de tiempo intercalados, y otras esporádicas que sabía pronto iban a pasar. Mi armadura, forjada con las experiencias de la vida y con el resultado de todas aquellas batallas, se endurecía y fortalecía cada vez más luego de superar aquellos enfrentamientos, o era sometida a intensas desabolladuras cuando los golpes llegaban a ser lo suficientemente certeros y profundos como para dañarla. Aún así, me protegió en todo momento de todo ataque a recibir, de toda situación a enfrentar, y por todos los frentes por los cuales dichos ataques pudieran llegar. Con su cobertura, la fuerza de un Caballero aumenta, su poder se incrementa, y su resistencia se hace practicamente impenetrable. Con su protección, no existe batalla que no pueda ser superada.
Pero por otro lado, de la misma forma que es resistente y prácticamente impenetrable, también puede tornarse muy pesada y asfixiante. Aquel segundo en que sus defensas son insuficientes y son traspasadas, deja de ser un escudo y pasa a ser una carga, un peso que dificulta toda acción, y que ralentiza toda reacción o respuesta ante la situación enfrentada. En ese momento, la tan valorada protectora del Caballero no es sino quizás su peor enemiga o mayor rival, pues es el lastre que le obliga a enfrentarse a si mismo y removerse dicha armadura, con el consiguiente riesgo a la vulnerabilidad que ello implica.
Pero... ¿por qué una armadura? ¿Que es aquello que tanto debemos proteger, como para necesitar una armadura que proteja, y que necesitamos que cada vez se refortalezca, una y otra vez? La respuesta es muy sencilla: al Caballero que se encuentra en su interior.
Un Caballero es aquel que porta en sus manos la espada de su lucha, de sus deseos, sueños, objetivos y metas a cumplir; aquel que talla en su espada cada cosa por la cual siente que debe luchar, o cada persona por la cual está dispuesto hasta "la vida" entregar. Un Caballero es aquel cuyo corazón arde de fuerza y está envuelto por la flama de la decisión y la convicción, de luchar por sus ideales, sueños y objetivos sin cesar, aún cuando la energía se le pueda acabar. Es aquel que también porta el escudo de su voluntad, de su seguridad, aquel que le proteje, junto a su armadura, de cualquier resistencia o embate enemigo en su camino a alcanzar sus objetivos. Pero a la vez, un Caballero es aquel que siente, sufre, se daña y se impone por sobre de su dolor en pos de proteger a sus seres más queridos, y a lo más querido que tiene en su interior. Es también aquel que tras toda su armadura, espada, escudo y capa, es un humano más, tan vulnerable como cualquiera y con tantos sentimientos, emociones e impulsos como cualquiera que no porte una armadura, y cuyo Talón de Aquiles no es otro sino su propio corazón. Y cuando este queda expuesto o sus secretos revelados por otro corazón, que posea o no su propia armadura, o revelados por la mirada suave, tierna y cálida de quien sabe a través de los ojos de aquel Caballero hasta a su alma llegar, no existe armadura capaz de protegerlo pues han llegado al núcleo de su ser, en el mismo minuto en que silenciosamente ruega porque aquella persona cuide de aquello que tanto intenta proteger.
Pero por otro lado, de la misma forma que es resistente y prácticamente impenetrable, también puede tornarse muy pesada y asfixiante. Aquel segundo en que sus defensas son insuficientes y son traspasadas, deja de ser un escudo y pasa a ser una carga, un peso que dificulta toda acción, y que ralentiza toda reacción o respuesta ante la situación enfrentada. En ese momento, la tan valorada protectora del Caballero no es sino quizás su peor enemiga o mayor rival, pues es el lastre que le obliga a enfrentarse a si mismo y removerse dicha armadura, con el consiguiente riesgo a la vulnerabilidad que ello implica.
Pero... ¿por qué una armadura? ¿Que es aquello que tanto debemos proteger, como para necesitar una armadura que proteja, y que necesitamos que cada vez se refortalezca, una y otra vez? La respuesta es muy sencilla: al Caballero que se encuentra en su interior.
Un Caballero es aquel que porta en sus manos la espada de su lucha, de sus deseos, sueños, objetivos y metas a cumplir; aquel que talla en su espada cada cosa por la cual siente que debe luchar, o cada persona por la cual está dispuesto hasta "la vida" entregar. Un Caballero es aquel cuyo corazón arde de fuerza y está envuelto por la flama de la decisión y la convicción, de luchar por sus ideales, sueños y objetivos sin cesar, aún cuando la energía se le pueda acabar. Es aquel que también porta el escudo de su voluntad, de su seguridad, aquel que le proteje, junto a su armadura, de cualquier resistencia o embate enemigo en su camino a alcanzar sus objetivos. Pero a la vez, un Caballero es aquel que siente, sufre, se daña y se impone por sobre de su dolor en pos de proteger a sus seres más queridos, y a lo más querido que tiene en su interior. Es también aquel que tras toda su armadura, espada, escudo y capa, es un humano más, tan vulnerable como cualquiera y con tantos sentimientos, emociones e impulsos como cualquiera que no porte una armadura, y cuyo Talón de Aquiles no es otro sino su propio corazón. Y cuando este queda expuesto o sus secretos revelados por otro corazón, que posea o no su propia armadura, o revelados por la mirada suave, tierna y cálida de quien sabe a través de los ojos de aquel Caballero hasta a su alma llegar, no existe armadura capaz de protegerlo pues han llegado al núcleo de su ser, en el mismo minuto en que silenciosamente ruega porque aquella persona cuide de aquello que tanto intenta proteger.
Alohran Leonheart.-
1 Comentarios - Click aqui para comentar!:
Bueno bueno, siempre visito su blog arturín, y me me parecen muy interesantes las entradas que a menudo hace.
La verdad, si nos impregnamos de este en particular, me he creado mi propia armadura, pero el problema es que la estoy haciendo muy pesada. No sé cómo quitármela, puesto que trato de ser un poco más resistente a cada "ataque", pero luego de aquél me vuelvo intocable... Algo me pasa que cambio constantemente... me vuelvo cada vez más un "erizo" ante los que me rodean.
Me siento a veces como un verdadero bicho raro en el ambiente que me desenvuelvo, y quizá por eso el de la armadura con púas, no quiero sentirme pasado a llevar por nadie...
Que se siente mal esto...
Saludos! Y ya voté XD.
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