Caballero de la Palabra

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jueves, marzo 27, 2008

Lost in santiago de chile.


Publicado por: David Andrés Díaz
Etiquetas: , , on 20:43:00

Salía del metro.

Eran las 7 y algo de la tarde, cuando caminaba por la parada de buses.
De pronto veo que viene el bus que debo tomar, así que lo abordo, me siento y espero que en una hora llegue a mi casa.

El bus dobla, pero no sé porqué. Pienso que a lo mejor el recorrido cambió, así que sigo confiado en que tomé el bus correcto.


Circulando por una vía conocida, espero que empalme con la avenida que siempre solía transitar este recorrido, cada vez veo que nos alejamos más.

Pero si yo tomé la 419, digo para mí.

Veo la hora y han pasado 15 minutos desde que abordé y todavía no retoma un camino conocido. Me estaba sintiendo raro, y comenzaba a preocuparme, a pensar que tal vez el letrero superior no era el mismo que el inferior, situación recurrente en este sistema de transporte de la capital.

Cuando dobla en una avenida definitivamente desconocida para mí, fue el momento en que me dije:

"Ya no sé para dónde voy"

Veo avanzar las cuadras, hasta llegar a una avenida que me parecía familiar. Le consulté al chofer si éste era el recorrido que debía ir a mi hogar, pero me contestó con una negativa que me dejó perplejo.

Estaba en suburbios desconocidos, me bajé del bus y fui a la avenida conocida a tomar otro recorrido que me retornara a donde había iniciado mi viaje en el bus equivocado. Divisé una parada con gente, gente extraña, gente de suburbios, con aspecto desconfiante.

Esperé 10 minutos, tomé otro bus, para llegar al metro y de ahi retornar donde debía.
Mientras el sol se escondía, me preguntaba cómo diablos no me fijé en el letrero inferior del bus, mientras me dirigía al metro.

Finalmente me subí al tren, y en la estación siguientye se subieron 2 tipos de cara peligrosa, a sentarse cerca mío. Parecía estar en un complot para cometer alguna fechoría, y o pensaba ser yo la víctima.

Por fin llegaba a la estación y como un cohete salí del tren disparado a las escaleras. Era muy valioso lo que traía conmigo para que me lo robasen.

Ya se estaba haciendo tarde, y el viento helado comenzaba a resoplar en el exterior. Tomé ahora sí el bus que me correspondía, y mi aventura había terminado. Una anéctoda que de contarla, quedaría en ridículo ante mis amigos.

Lo demás, donde divisé a una niña para mis ojos hermosa, y de las sensaciones que recorrieron mi mente y mi cuerpo de forma extraña, lo dejo para otro capítulo, por este mismo canal.

Saludos, queridos lectores.

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